Bernal Arroyave, Guillermo
Las palabras fueron invitadas a esta casa y presurosas llegaron y se instalaron en ella.
Ahora hay palabras en la cocina, en los cuartos y en la sala, palabras entre los armarios y floreros, palabras sobre las mesas, las sillas y las camsa, palabras saboreando los frascos de mermelada y las ollas de la comida, palabras midiéndose pantalones y zapatos, resbalando por las escaleras, rebrujando entre bolsas y cajones.
Ellas son el principio... pero también son el fin. Si tú entraras en este preciso momento y te invitamos a que los hagas, primero escucharías sus ecos, sus ritmos, sus cantos. Después, al cruzar el umbral, las verías como cintas de colores recorriéndolo todo, formando sorprendentes figuras, tejiendo y destejiendo historias, sentadas cómodamente en medio de una frase, o escondiéndose, las muy taimadas, adentro de un texto.
Extrañamente los ventanales de las aulas de clase están cubiertos por pesadas y tupidas mallas. Y las puertas se mantienen cerradas como guardando celosamente un secreto:
Dos y dos son cuatro, cuatro y cuatro ocho. Repitan dice el maestro. Pero miren, el pájaro que pasa por el cielo y el niño lo llama: sálvame pajarito. Juega conmigo pajarito. Entonces el pájaro baja y juega con el niño. Repitan dice el maestro, dos y dos... y la posibilidad del juego, de la palabra desatada en risa, en máscaras en arrurú entonado por gigantitos y enanotes, es paredes que se caen y el sol y la luna y el pájaro, inaugurando el gran juego: La escuela, una inmensa aula alegre, espacio lúdico de encuentro con el conocimiento. Bienvenidos a nuestra colección, adelante, los invita la Cooperativa Editorial Magisterio.
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