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No. 76. Experiencias dinámicas en la escuela



Apreciados lectores, esta edición, como su nombre lo indica, desea plantear la mirada alrededor de la pedagogía en acción, es decir, de la reflexión intencionada sobre el accionar en el aula a partir de la mirada investigativa, para poder comprender que la praxis es un viaje de la educación desde la comunicación. En este sentido, los artículos aquí presentados nos muestran cómo viajamos a través de las experiencias pedagógicas para constituirnos como maestros y maestras “sentipensantes”. Consideramos que en esta apuesta es necesario retomar el legado de los maestros Orlando Fals Borda y Paulo Freire, para pensar la educación alrededor de la noción de praxis, dado que este norte lleva a visualizar que las realidades escolares y no escolares se revierten en posibilidades creadoras de acción. No es un actuar cualquiera; es ante todo una transformación de los contextos, lectura y articulación entre teoría y práctica, y la puesta en escena de afectos, sueños e intenciones que se revitalizan en los tropiezos de la cotidianidad investigativa. Como nos diría Freire, la praxis, en tanto proceso dialógico entre la palabra y la acción, se sustantiva a través de la generación de otras narrativas que permitan el decir y el contar de lo que hacemos dentro y fuera del aula, más allá de los formalismos institucionales; estos relatos agencian, entre otras cosas, el descubrimiento de las travesías pedagógicas: sus caminos, quiénes se sumaron a ellas, las intenciones perseguidas, los esfuerzos de largo o corto aliento que se mantuvieron, que perecieron o que se reconfiguraron; las riquezas, dificultades y opciones de cambio, su historicidad y las acciones que les consolidaron. Tal descubrimiento nos hace presente que solo así la experiencia se vuelve lenguaje de reflexión y de saber pedagógico. En este horizonte, la experiencia se convierte en una praxis política y cultural para fortalecer la práctica docente de quienes nos damos a la vocación de preguntarnos por la formación de la humanidad. En otras palabras, reflexionar sobre las experiencias que adelantamos como maestros y maestras, se consolida como la gramática para propiciar una práctica docente que, como su nombre lo indica, se practica en el día a día, se visualiza al nombrarla, se retiene en la mente, se debate en sus significados y se imagina una y otra vez como “otra posible”. Es por ello que los maestros y maestras que se leen a sí mismos, que tejen su historia pedagógica con el contexto, con las historias de vida y las necesidades formativas de niños, niñas y jóvenes, y que permiten la lectura que otros hacen de sí, están en permanentemente “dialogicidad” como sujetos de saber, de deseo, y de política. La presente edición expone experiencias pedagógicas que se consideran como polifonías de voces y modos de expresión, al anidar el reconocimiento de algunas realidades vitales de los sujetos, realidades dispuestas para ser comunicadas. No es solo el maestro el que relata; los textos muestran cómo estas voces se nutren de los saberes de sus estudiantes, de los padres, de las tecnologías de la información y la comunicación, de la diversidad cultural, de las fuentes vivas de la sensibilidad. Como se verá a lo largo de los artículos, la práctica docente se articula a la vivencia cotidiana, al diálogo intersubjetivo y al pensamiento crítico y reflexivo que se genera en torno a ellas. Instalamos la mirada frente a la necesidad de capitalizar la experiencia pedagógica a partir de su sistematización. Varias de estas experiencias enfrentan por primera vez su propia escritura; mientras que algunas ya han venido siendo trabajadas a nivel textual. Unas y otras nos ofrecen amplias perspectivas para concebir que la práctica docente es una dinámica viva, que fluye en la vida cotidiana de los docentes, con el propósito último de crear escenarios donde niños, niñas, jóvenes y maestros seamos sujetos de aprendizaje. Esta edición, por tanto, ofrece a sus lectores “maestros y maestras, maestros en formación, profesionales, investigadores y académicos en las Ciencias Humanas y Sociales”, artículos para ser leídos, contrastados, transferidos y, sobre todo, para que sean una semilla fecunda que lleve a pensar el ejercicio de la práctica docente a partir de las travesías de viajar en las experiencias pedagógicas de investigación e innovación educativa. Esta invitación nos invita a reconocer, por ejemplo, textos sobre la infancia, el carácter lúdico del aprendizaje, el pensamiento lógico-matemático como fuente de análisis de la práctica docente, la IAP como vínculo entre la comunidad y la escuela, y la necesidad de situar la formación artística en la cotidianidad de la sensibilidad. En cuanto a los artículos sobre la infancia, degustaremos un texto que posiciona la construcción de procesos de subjetividad política en niños y niñas de la localidad de Usme, a través de la dinamización pedagógica y didáctica de los potenciales afectivo, creativo-comunicativo, ético-moral y democrático-participativo. También un texto sobre procesos de alfabetización inicial que, desde la perspectiva de la semiosis, rescata la vida cotidiana del mundo infantil en medio de un universo de significados y sentidos, siempre anclada a la diversidad cultural. Para cerrar este eje, presentamos la experiencia de una docente de México, quien a partir de las dificultades que se le presentaron en la interacción grupal y la convivencia, problematiza la noción de infancia y su formación ética, en aras de reconocer el poder de agencia de los niños en la escuela primaria actual; con ello, explica cómo la experiencia docente contribuyó al inicio de una investigación educativa que aún se mantiene latente. Dentro de los artículos sobre el carácter lúdico del aprendizaje, podremos encontrar la forma en que una maestra piensa en el juego como una estrategia de aprendizaje en el Distrito Capital. De Brasil, leeremos una experiencia que plantea la necesidad de articular los contextos prácticos de los estudiantes para lograr aprendizajes significativos. Así mismo, veremos a dos maestras de la localidad de Bosa en Bogotá, contarnos cómo a través de Click Travel innovaron en el aula y se revitalizaron desde redes de saber, vinculando el lenguaje multimedial de los videojuegos y el uso de las TIC como fuentes de aprendizaje, tanto para estudiantes, como para docentes. En cuanto al pensamiento lógico-matemático como fuente de análisis de la práctica docente, desde Argentina nos saludan con un artículo que desafía la formación docente inicial por medio de reflexiones en torno a cómo planificar una unidad didáctica matemática; y desde México, nos explican la forma en que el enfoque de resolución de problemas, desarrollado desde la perspectiva de “Estudio de Clases”, fortalece los aprendizajes matemáticos. Por último, dos artículos nos permiten comprender cómo dialoga la práctica docente con las experiencias pedagógicas que germinan a partir de la sensibilidad de lo cotidiano, e igual que en todos los textos reseñados, también en sus fibras textuales se manifiesta lo sensible del acontecimiento formativo. Allí, en la mirada sobre la Investigación Acción Participativa de un grupo de estudiantes argonautas, peripatéticos y locos de Ciudad Bolívar, que guiados por su docente, nos muestra cómo podemos problematizar los procesos educativos cuando se afianzan vínculos entre la comunidad y la escuela. O allá, mediante la reflexión en torno a una experiencia artística no “pantallizada”, promovida por un maestro inquieto, apasionado y aventurero que reconoce las fuentes vivas de la sensibilidad en un taller de Grafiti, en el que priman no solo las técnicas tradicionales de expresión, como el dibujo a mano, el boceto, la pincelada o el uso consiente del color, sino la intención de recuperar las vivencias de estudiantes y docentes en la formación como sujetos. Finalmente, en el conjunto de estos artículos leeremos cómo la investigación se pone en función de la praxis de maestras y maestros, quienes, al tomar distancia de su ejercicio, vuelven a ellas. El efecto zoom no solo permite el alejamiento; sino el acercamiento en contraste, que es lo que más nos habilita para el análisis, para comunicar y, allí, hacer emerger el reconocimiento subjetivo de los afectos, saberes y vínculos de quienes día a día construimos una educación política “sentipensante”. Ana Brizet Ramírez Cabanzo

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