Si, a propósito de la Educación Media y la Educación
Superior, se reconoce la necesidad de
adelantar un diálogo inaplazable, es porque se
trata de una realidad que no es circunstancial,
efímera o momentánea. Cuando las apuestas
educativas están inmersas en la inmediatez, la
precipitud por ofrecer alternativas de formación cae en
el activismo, en el hacer sin proyección, en el efectuar sin
perspectiva. El acceso a la Educación Media y Superior,
la permanencia en los diferentes niveles de formación, la
calidad de los procesos formativos, los mejores resultados en
pruebas nacionales e internacionales, son todos elementos
cruciales de la vida de la niñez y de la juventud del presente:
la manera de enfrentarlos exige disposiciones a largo plazo y
pausa para la reflexión.
Los elementos enunciados, y demás faltantes, pasan por dimensiones
estadísticas y referentes de validación, pero convocan,
ante todo, la búsqueda de sus significados y del valor
social que representan. El diálogo entre uno y otro nivel de
formación conlleva a re-pensar la
persona, la sociedad, los saberes,
la pedagogía, las instauraciones
didácticas, las políticas públicas, la
legislación. Sobre cada uno de estos
aspectos no hay univocidad, sus significados
no derivan de un monólogo,
ni de un soliloquio. Es una invitación
al diálogo en el presupuesto de
que ni siquiera la autorreflexión es
negación del encuentro con el otro y
con lo otro.
Convocamos múltiples y diferentes
voces, y ese es el espíritu del presente
número de la Revista Internacional
Magisterio, pues reconocemos
que el tema central pasa por la revisión,
la construcción y la reconstrucción
de la tríada sujeto-conocimiento-
sociedad. Así, contamos con el
decir de expertos nacionales e internacionales, cuya producción
académica ofrece elementos de juicio que trascienden
la circunstancia de un presente particular; con las voces de
los estudiantes se recoge un sentir desde la vivencia y se lee
el cruce, no siempre afortunado, entre el deseo y la realidad;
con la palabra que deviene por la participación directa en
programas que han querido acercar estos dos niveles de formación,
coordinadores y profesores, tanto del país como de
otras regiones de Latinoamérica, ofrecen reflexiones sobre
los saberes y la formación técnica y tecnológica; al atender la
participación de la educación rural, se abre una puerta para
involucrar el decir de sectores desatendidos educativamente.
Ahora bien, hay un elemento que teje relaciones entre ese
variado decir: si en la Educación Superior existe aún un acento
en la asimilación, crítica y construcción de conocimiento,
este no puede adelantarse a expensas de la pedagogía; del
mismo modo que un recorrido innegable de dimensiones
pedagógicas en la educación media no puede ser óbice para
abandonar las exigencias del conocimiento, los saberes y sus
relaciones. Cuando se reconoce la necesidad de pensar en
forma sistémica la educación, se supera la desconexión y se
cuestionan expresiones descalificadoras sobre la ignorancia
acérrima de los egresados de la “Media” o sobre la nula
responsabilidad con procesos pedagógicos cuando se formas
profesionales.
Ese diálogo es posible cuando se asume que no hay quien
sabe todo, ni hay quien ignora de manera definitiva, que
no hay un nivel educativo de atención privilegiada como
si se tratara de momentos terminales, de sujetos divididos,
de regiones abandonadas. En tal sentido, se superan –sin
desconocer– los datos cuantitativos y se crea una oportunidad
para ofrecer aportes sobre el sentido, el significado, el
valor y las conexiones que entre los diferentes momentos se
pueden y deben establecer.
Solo como abrebocas a las páginas de esta edición, se sospecha
que hay aspectos que convocan
tanto a la Educación Media como a
la Educación Superior: a) La significatividad
del aprendizaje, que no
es otra cosa que la capacidad de
saber si se halla sentido en lo que se
aprende y se ve el aporte al propio
desarrollo estructural –lo que se
acerca al sentido de la educación
antes que a su utilidad–. Tarea que
exige nuevas disposiciones docentes
y estudiantes; b) La superación del
carácter administrativo que hace de
la innovación una falacia, pues toda
acción se centra en determinar horarios,
planes de estudios, espacios e
incluso tecnología, cuyo uso no afecta
los contenidos sino la mediación
con instrumentos de mayor impacto
visual, a veces con determinaciones
que imposibilitan la novedad de un
docente reflexivo y un estudiante ávido. Disposición que exige
trabajar horizontalmente entre administración y academia/
pedagogía; c) La urgencia económica que se exige para
una educación de calidad, para un real acceso a procesos
formativos de mayor nivel, para alternativas de desarrollo
humano y social que, en su defecto, no pasa de ser un sofisma
basado en buenas voluntades, pero en ausencia real para
el país en toda su complejidad.
Esperamos contribuir a una educación como acción para la
comprensión antes que para la repetición, una educación
para reivindicar valor para la vida y la búsqueda incesante
del significado en sus diferentes grados de complejidad.
Uriel A. Cárdenas A.
Revista N°:
64
Número de Páginas:
96
Entrevista central:
Año:
- 2013
Meses:
- Octubre
- Septiembre
Autores:
-
Ordóñez, Sandra Patricia; Amann, Susana; Matijasevic, María Teresa; Celis, Jorge; Duque, Mauricio; Díaz, Bibiam; Cristancho, Martha; Castro, Edilberto; Garavito Morales, Nidia; Parra, Blanca Yaneth; Mejía, Fabiola; Montero, Clara Liliana; Vivas Zubieta, Willson Darío; López Camacho, Adriana; González Guevara Ella Yohana; Cárdenas, Uriel; López Arias, Katherine; Jofré Pavéz, Helena; Sánchez Aradillas, Ana Lorena; Ortiz Cañón, Edison Lisandro
Editorial: