Ésta fue la pregunta que le hicimos a 952 estudiantes, de los 1240, que estaban a punto de graduarse en las 33 carreras que en ese momento otorgaban títulos profesionales en la Universidad Javeriana de Bogotá. Adicionalmente, les pedimos que nos dieran las razones de su elección. En las líneas que siguen, compartimos con ustedes los resulta-dos de esta investigación, los cuales nos ayudan a tener una mejor idea, de cómo son y qué hacen los profesores universitarios considerados por sus estudiantes como excelentes. Las características que los estudiantes reconocieron en ellos, se organizaron en: cualidades referidas a su ser, a su saber y a sus acciones como docentes, tal cual lo describimos a continuación:
Las maneras de ser del maestro
Ser maestro es ser modelo
Ser maestro significa ante todo ser persona a cabalidad: “verdaderos maestros, completos, íntegros, consistentes, comprometidos, que viven lo que predican...” Ello se reflejó de manera muy signifcativa en los calificativos que los estudiantes utilizaron para distinguir a sus maestros como “respetuosos, responsables, honestos, justos, disciplinados, serios...”. Sobre todo, la coincidencia entre lo que dicen los maestros y lo que de hecho viven, es uno de los rasgos más distintivos de su práctica docente. Diversidad de maneras de ser. Sin embargo, no se trata de tener una sola manera de ser. Al contrario, lo que los estudiantes expresaron, fue que su ‘integralidad’ como maestros se expresa a través de muy variadas personalidades. Entre los maestros reconocieron los más diversos rasgos de personalidad, por ejemplo, la timidez, la extroversión, la sencillez, la seguridad de sí mismo, la tranquilidad, la alegría, la seriedad, la locuacidad y la economía de palabra…
Y aunque expresadas de múltiples maneras, de acuerdo con la personalidad y modo de ser de cada maestro, los estudiantes sí reconocieron unas cualidades docentes que se destacan en ellos especialmente: la dedicación, la preocupación por ellos y el humor. Exigencia consigo mismo para exigir en el otro. Este rasgo fue uno de los que con mayor insistencia valoraron los alumnos al cualificar a sus mejores maestros: “bastante exigente, buena exigencia, exige muchísimo”, y a la vez, lo aceptan diciendo que “exige porque da”. Los estudiantes parecían saber que al maestro le corresponde cumplir y hacer cumplir unas reglas de juego, para “sacar lo mejor de ellos” y lo puede hacer porque “da lo mejor de sí”, porque “se entrega, se interesa porque el estudiante aprenda, da su experiencia y sus conocimientos, cumple siempre…”.
Buen profesional e investigador
El ser excelente profesional se refleja en el amor que el maestro transmite por la profesión, en su perspectiva frente a ella, que comunica a los alumnos. Ser ejemplo de buen profesional es algo que los estudiantes admiraron y toma-ron como ejemplo para su vida futura, por “sus aptitudes profesionales, su capacidad laboral, su amor y orgullo por la profesión, por su éxito laboral...” Y la practicidad a la que se refrieron seguramente tiene relación con que los profesores no sólo dicen sino que dan muestra de ejercer lo que enseñan. De ahí que el profesionalismo los alumnos lo reconocieron en la práctica docente, en tanto que “aterriza” sus conocimientos en situaciones que ellos consideraron reales y aplicables a su profesión.
Las relaciones del maestro con el conocimiento Conocimiento doblemente apropiado. Si hubo algo reiterado de manera insistente por los alumnos, fue el “dominio”, “manejo” y “uso” del conocimiento por parte de sus mejores maestros. No se trata sólo de poseer información, ni de seguir un texto, ni de tener buena memoria, sino justamente, del sentido que los maestros le dan al conocimiento, porque lo han hecho parte de sí mismos. Los estudiantes destacaron “conocimientos profundos, rigurosos y bien fundamentados, que sean novedosos, actuales, aplicables y relacionados con el entorno...” y calificaron a sus maestros como “eminencia, duro, experto, versado, autoridad, sabio...” En otras palabras, sus maestros no sólo conocen las reglas de juego del conocimiento, sino que las asumen. Pensamiento analítico-sintético-crítico. Las operaciones mentales que privilegiaron los estudiantes fueron la capacidad analítica y la crítica. Ellos destacaron el pensamiento lógico de sus maestros, la facultad de hacer distinciones, analogías y síntesis, su pensamiento profundo, estructurado, contextualizado y metódico. También, insistieron en su capacidad reflexiva, cuestionadora, que no pasa nada inadvertido, en permanente relación con la realidad de la profesión, del país, del mundo.
Explicaciones con sentido
Aquí radica uno de los aspectos fundamentales de las prácticas docentes de los mejores maestros. Los estudiantes calificaron sus explicaciones como ordenadas y claras, dirigidas a ellos para su aprendizaje. Ordenadas en tanto que les reconocieron una organización y que siguen unos parámetros definidos; claras porque “se distinguen bien”. Son explicaciones comprendidas por los estudiantes; es decir, a ellos les son significativas, “hacen sentido”. Y para lograr ese orden y claridad, los estudiantes consideraron que los maestros se expresan bien, y que en muchas ocasiones utilizan variados recursos. Diríamos que la buena expresión y el uso de medios audiovisuales y otras ayudas, sólo son valiosos en cuanto que contribuyen en efecto a las buenas explicaciones. En este sentido, nos llamó la atención el uso ponderado que los mejores profesores hacen de aparatos en clase, a no ser en los laboratorios y talleres.
Las acciones de enseñanza del maestro
Variadas puestas en escena
No existe una sola manera privilegiada de desarrollar las acciones docentes. Los estudiantes señalaron una gran diversidad de métodos y procedimientos que los mejores maestros utilizan. Sin embargo, subrayaron con insistencia, que estos van cambiando, y que se inventan formas diferentes y creativas. Así, también, resaltaron los modos en que ellos pueden participar en las clases, las múltiples maneras en que los maestros los involucran en las actividades para su aprendizaje.
Las clases de los mejores maestros son amenas, participativas, organizadas, novedosas, divertidas, a las que “da gusto ir”. Ellos mantienen el control de la clase, son rigurosos, imprimen entusiasmo y generan interés y agrado en sus alumnos.Las normas formales que establecen son mínimas, principalmente en relación con las actitudes esperadas de los estudiantes y con procesos operativos para el buen desarrollo del curso. Rara vez existen problemas disciplinarios. El estado de ánimo de los mejores maestros se transforma notoriamente al estar en clase, se sienten entusiasma-dos, felices, se olvidan de los problemas “de afuera”, aprecian muchísimo las relaciones ‘positivas’ con los estudiantes y lo que más les desagrada es que no les presten atención.
Metodología que muestra, induce y acompaña
Los estudiantes manifestaron en sus apreciaciones que la mejor práctica docente consiste no sólo en hacer, sino en hacer-hacer. Podemos clasificar en tres las acciones que caracterizan a los mejores maestros en este sentido: mostrar con sus muchas variaciones como explicar, dar, entregar, proponer, permitir; acompañar como apoyar, ayudar, aconsejar... ; e inducir también con muchos sinónimos que lo enriquecen como generar, motivar, despertar, invitar, estimular, promover, inspirar...
Evaluación, posibilitadora de nuevos aprendizajes
Si bien es cierto que los estudiantes expresaron que las calificaciones son poco importantes en sí mismas, las evaluaciones sí las destacaron cuando son formativas. Los estudiantes las valoraron por “permitir el desarrollo de las capacidades del alumno, porque hacen pensar, crear y posibilitan seguir aprendiendo”. Y en este mismo sentido juzgaron a sus mejores maestros como objetivos, justos e imparciales en la aplicación de las reglas, porque “lo que importa es el proceso, no la nota”, y porque “evalúa de acuerdo con lo enseñado”. Preocupación por los estudiantes. Que el maestro los valore y crea en ellos, fue uno de los aspectos más importantes para los estudiantes: esto significa que el maestro los reconoce, los tiene en cuenta como personas y se interesa por su aprendizaje. Diremos que el maestro demuestra una constante preocupación por sus alumnos, por tener en cuenta sus intereses, porque entiendan, por su rendimiento, por su desarrollo personal y por incentivar-los. Lo anterior es en verdad una “preocupación”; es decir que, se ocupa anticipadamente de ellos, los tiene en cuenta respetándolos en el desarrollo de sus acciones. Promoción de la formación integral en los estudiantes. Según lo expresaron los estudiantes, a través de estas prácticas docentes de sus mejores maestros, desarrollan valores, habilidades y aptitudes, amplían sus horizontes, se cuestionan y reflexionan, profundizan, analizan, se vuelven críticos, aprenden a expresarse y, sobre todo. aprenden a aprender... se valoran a sí mismos y llegan a ser mejores personas; en otras palabras, se forman y transforman para otros estudios, para el trabajo y para la vida.Creemos que vale la pena compartir con ustedes esta caracterización de los mejores maestros universitarios, por los siguientes motivos:
• Ante el problema de cómo mejorar la calidad de la docencia universitaria, estos resultados pueden ayudarnos a centrar la atención, en lo que sí puede hacerse bien, a pesar de todas las dificultades que tenemos en nuestras universidades, y aleja la discusión de las polémicas basadas sólo en lo anecdótico o en lo normativo-ideal.
• Estas apreciaciones sobre qué caracteriza a un verdadero maestro universitario, fueron hechas por quienes –de acuerdo con su experiencia– como estudiantes, tienen más autoridad para juzgar quién tuvo en su proceso de formación profesional esta ‘dignidad’.
• Así mismo, orientan nuestros esfuerzos por promover la profesionalización de la docencia universitaria.
• Por último, nos da un punto de referencia para continuar el diálogo en nuestro proceso de constituirnos en comunidades académicas interactuantes.
*Rafael Campo Vásquez: Profesor- investigador: Facultad de Educación, Pontificia Universidad Javeriana, 1969-2005. Profesor invitado, Universidad Sophia, Tokio, Japón. Catedrático de la Universidad Pittsburgh (1972-1974), y de las universidades Nacional de Colombia, San Buenaventura, de la Sabana, Pedagógica Nacional, de Caldas, de Medellín, Autónoma de Bucaramanga, del Norte (Barranquilla). Director de la Maestría en Educación, 1988-2002, y decano académico de la Facultad de Educación, en la Pontificia Universidad Javeriana, 1994-2002. Tesis doctoral: Características de una excelente práctica docente. El caso de la Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2000.
(Tomado de la Revista Internacional Magisterio No. 15)