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No. 63 Educación e Interdisciplina



Hoy por hoy, la interdisciplina en los procesos educativos cobra más vigencia que nunca, dado que no es posible concebir la realidad sin la complejidad y la multidimensionalidad expresadas en el conjunto de los fenómenos que acontecen día a día. Vale la pena, entonces, cuestionar qué entendemos por interdisciplina, cuáles son las formas como esta se expresa, qué es y qué no es interdisciplina, y cómo podemos hacer de esta, una oportunidad para revitalizar el sentido del acto educativo, de la labor docente y de la escuela misma. En este orden de ideas, la disciplina representa un modo sistemático de comprender la realidad a la luz de un cuerpo teórico-conceptual específico, con contenidos y saberes particulares. La multidisciplinariedad refiere el hecho de acercarse a un tópico desde diferentes disciplinas, sin que se relacionen entre sí, pues cada una expresa su punto de vista desde donde estudia un fenómeno. La interdisciplinariedad, por su parte, expresa la concatenación entre puntos de vista distintos, pero que se articulan y se integran en torno a un problema específico para enriquecerlo recíprocamente a partir de la confrontación y el análisis de distintas especialidades. La transdisciplinariedad supone, entonces, un tejido epistemológico que borra las fronteras disciplinares dado que asume niveles máximos de integración de campos de conocimiento, para afrontar la realidad. Con estas aclaraciones, es importante mencionar que la interdisciplina es la mirada capaz de identificar la singularidad de lo que está trenzado conjuntamente (Morin, 1983), o en palabras de Anderegg (1999), significa “interacción y cruzamiento de disciplinas”. Vasco et al. (2001, p. 59), alude a la interdisciplinariedad como una articulación orgánica e interactiva entre las distintas perspectivas aportadas por las disciplinas… a fin de producir una fecundación mutua, un cuestionamiento y depuración de las perspectivas disciplinarias. Así pues, el ejercicio de estudio interdisciplinar y transdisciplinar ha de llevarnos a hallar los lazos de complementariedad entre uno y otro saber, no solo para facilitar su integración, sino para posibilitar ampliar la mirada en torno a los objetos de estudio de la realidad, con el fin de entender su complejidad y las distintas aristas desde donde se puede cuestionar, aprehender y aplicar en escenarios concretos que se ligan a la vida cotidiana; en otras palabras, la interdisciplina se expresa como la articulación entre el saber, la vivencia, la escuela, la comunidad, el medio ambiente, etc.; este es el objetivo de la interdisciplinariedad y traduce en la práctica un trabajo escolar, colectivo y solidario (Gadotti, 1997). Es por ello, por lo que la invitación es a concebir la interdisciplinariedad como una forma de pensamiento y comunicación, no fragmentada, en la que cada disciplina aporta lo propio de su saber y de sus códigos en aras de configurar un entramado relacional de conocimiento frente a los objetos de estudio de la cotidianidad, pues para un trabajo interdisciplinar es necesario que todos conozcan las jergas propias de cada una de las disciplinas implicadas (Ander-egg, 1999), lo cual no supone que la especialidad de cada una sea desconocida sino, por el contrario, se entrecruce con las demás formas de acercarse al mundo del conocimiento. En este sentido, el desarrollo de procesos inter y transdisciplinares puede propiciar escenarios educativos para lograr la consecución de los siete saberes necesarios en la formación de todo ser humano expresados por Morin (2001): • Identificar las cegueras del conocimiento, es decir reconocer el error y la ilusión, a lo cual Freire nos diría: el paso de una conciencia ingenua a una conciencia crítica, a partir de la cual se contextualizan los objetos de conocimiento. • Un conocimiento pertinente que interrogue el contexto, lo global, lo multidimensional y lo complejo de sus circunstancias. • Enseñar la condición humana, traducida en la pregunta por el sujeto y por su posicionamiento frente al mundo en sus dimensiones biológica, comunicativa, ética, política, sexual, cognitiva, cultural, social, entre otras. • Promover la conciencia antropológica que reconoce la unidad en la diversidad; la conciencia ecológica con el planeta y sus biósferas; la conciencia cívica-terrenal, que indica la responsabilidad y la solidaridad para con los demás seres del planeta; y la conciencia espiritual, que nos permite autocriticarnos y comprendernos. • Enfrentar las incertidumbres históricas, pero, también, las nuevas maneras de creatividad y lazo social de la historia. • Enseñar la comprensión, como forma de realización del bienestar juntos. • La ética del género humano, que no puede darse sin el ejercicio de la democracia y la ciudadanía. Con esta perspectiva, la interdisciplina, más que un enfoque o una metodología, es una oportunidad para revitalizar el acto educativo, las relaciones del saber transversal en la escuela, el desarrollo de habilidades cognitivas y sociales, los procederes de trabajo colaborativo y autónomo, los procesos de corresponsabilidad didáctica, entre otros aspectos, donde estudiantes, maestros y comunidad en general, se retan por la gestión del conocimiento, que parte de los intereses comunes por el aprender, pero que se conecta con el mundo de la vida real de niños y jóvenes. Las experiencias y proyectos aquí consignados, dan cuenta que la creatividad constante y la invención social, estética, comunicativa y cognoscitiva, son posibles en formas colegiadas desde las que se hace piel el aprender a aprender, si se emprenden prácticas interdisciplinares que llevan a construir lazos colaborativos y el gusto por acceder a la realidad, a través de la lectura y la escritura, el tejido de la memoria, los saberes de la tierra y el medio ambiente, la filosofía, la articulación de la educación media…, entre otros, que se traducen en tópicos a partir de los cuales circula la ciencia, el arte, la política, la economía y la cultura, y en ellos, el saber, como parte de la experiencia cotidiana. Es así como podemos encontrar en los diferentes artículos de esta edición de la Revista Internacional Magisterio diversas vivencias para acceder, explorar y apropiar los saberes a partir de distintos puntos de vista, que se conjugan en la conformación de una dinámica interdisciplinar o, en algunos casos, transdisciplinar, a partir de la cual se logran apropiar, socializar y enriquecer los saberes escolares que integran los contextos teóricos y prácticos a los modos de pensar, sentir y actuar de los sujetos, que nos permiten formarnos como “seres humanos” y así, transformar las relaciones con nosotros mismos, con los otros y con la naturaleza. En otras palabras, se trata de pasar de la técnica (de la enseñanza o del aprendizaje), a la ‘transformación de sí’. Hacer que cada individuo pueda transformarse por medio de los saberes y valores de la cultura. Pero, sobre todo, se trata de poner en el centro de la educación a la experiencia (Zambrano, 2007, p. 58). A través del abordaje interdisciplinar de los objetos de conocimiento es viable, entonces, reducir las brechas sociales y culturales que distancian, cada vez más, al mundo de la escuela, con el mundo de la vida de los niños y jóvenes de hoy. La Revista Internacional Magisterio en este número dedicado a la Interdisciplina y la Educación, desea invitar a todo el magisterio colombiano a emprender proyectos bien sea, de investigación, innovación o pedagógicos, que sitúen la perspectiva interdisciplinar como la bandera que guía su quehacer. En otras palabras, el eje “Interdisciplina y Educación”, es una apuesta por incentivar a los maestros a partir del espíritu investigador que los anima, a desarrollar de la mano con los estudiantes, diversos niveles de análisis crítico y propositivo –de orden político, económico, ético, científico, artístico, cultural y social– de los fenómenos, que contribuyan a problematizar los contextos y, en ellos, a leer sus potencialidades y necesidades, dado que es allí donde anidan las situaciones de enseñanza y aprendizaje que han de promover nuevas prácticas sociales y la formación como ciudadanos críticos, capaces de actuar y producir conocimientos y construir formas de vida que hagan frente, creativa, amorosa y solidariamente, a la lógica avasalladora del mercado y a sus valores del consumo, competitividad e individualidad (Rueda, 2012, p. 168). Esta es, pues, la invitación, a nutrirse y confrontar-se en oportunidades para hacer de la escuela, un verdadero laboratorio de aprendizaje, a la espera de ser construido; como en una Colegiatura de Saberes, que se nutre de la riqueza de los textos que tienen en sus manos. Bienvenidos.